EL REGRESO

Y llegó el triste día de la partida, el 27 de julio, lunes. Nos levantamos con tranquilidad, sabiendo que hasta las 13,30 no teníamos que estar en el puerto. Recogimos todo, ordenamos y aseamos la autocaravana y a las 11,15 partimos hacia el puerto a donde llegamos a las 12,30. Es curioso, cuando llegas muy pronto piensas que vas a ser el primero, pero siempre hay alguien que está antes que tú (y lo aplico a la vida cotidiana en una “filosofía” casera: siempre hay otro más listo, o más tonto, o mejor, o peor….) , y esto mismo ocurrió en el puerto: ya había colas, y varias. Así, nos pusimos en una de ellas y unos 10 minutos más tarde pasamos al interior del puerto donde estuvimos esperando hasta la hora de embarque, las 14,30. Mientras, en un ordenador y por 1 euro, daban 10 minutos de Internet, así que aproveché para enviar a Eva, que partía en agosto, un breve mensaje con las cosas más importantes del viaje (pernoctas, carreteras, algunas recomendaciones…)

Dos horas después del embarque llegamos a Holyhead, compramos algo en el Lidl y marchamos directos hasta Stafford donde tenía señalado un par de sitios para pernoctar.

El camino de regreso se hizo triste y melancólico. Siempre me pasa y no puedo evitarlo. Y este, era además especial. David pasa un buen rato recordando breves momentos de todos nuestros veranos. Uno a uno revive pedazos de los últimos 9 años viajando por Europa, desde Suiza y Venecia, con tienda de campaña, hasta ahora, hasta este año en que dice que será su “último” año con nosotros. Lo comprendemos y pensamos que el momento se ha demorado y que tenía que llegar. Son ya 20 años los que tiene y suponemos que tendrá que encontrar otros compañeros de viaje más afines. Aunque lo asumimos, nos llena de una profunda tristeza. Cuando todos los años preparaba ilusionada el viaje de verano, el momento de la partida era especial, con esa especie de nudo en el estómago causado por la incertidumbre de los días venideros, pero con la ilusión del viaje, todos juntos, en el que compartimos momentos únicos. Si él, o ellos –ya que Raul tiene ya 17 años y no comparte mucho nuestro gusto por la autocaravana- no vienen, parte de esta ilusión se perderá. Todo será distinto y comenzará una nueva etapa en nuestras vidas.

Ahora termino el relato desde mi casa. Muchas cosas han pasado en poco tiempo. Al dejar Irlanda, también dejamos los Leprerchauns y parece que la suerte dejó de acompañarnos.

La noche del día 27 conseguimos dormir en una aparcamiento de un gimnasio y clínica veterinaria en Staffor después de un peregrinaje que nos llevo a un extraño “camping” o mejor dicho, lugar de acampada en una granja donde parecía que las tiendas habían salido como setas. No vimos a nadie, ni tampoco la entrada, ni nos gustó el sitio, así que continuamos hasta encontrar este pequeño, pero tranquilo aparcamiento. Por la mañana se acercaron amablemente a decirnos que nos fueramos, que sabían que habíamos pasado la noche allí y que por cortesía nos habían dejado, pero ahora debíamos partir, como así hicimos sin desayunar. Y sin ninguna novedad especial al margen de un denso tráfico por toda la isla, llegamos a la hora de comer a Dover y decidimos embarcar a las 16,00 horas pese a que el billete no era hasta las 19;45, lo que hicimos sin problemas, y a eso de las 19,30 (hora ya continental) estábamos poniendo rumbo a Cap gris nez donde habíamos dormido 6 años atrás después de nuestro viaje por Inglaterra y Escocia. El lugar estaba muy cambiado ya que habían hecho un aparcamiento para turismos con un hermoso gálibo, y un aparcamiento para autocares donde estaban ya apalancadas media docena de autocaravanas. Y allí decidimos pasar la noche gozando de unas impresionantes vistas sobre el canal de la mancha, eso sí, acompañados por la conversación y las canciones con guitarra incluida de la joven pareja de la autocaravana vecina que decidió amenizarnos hasta más de las 3 de la mañana. Y es que este mundillo empieza a cambiar levemente.

Y comenzó el fatídico día 29 de julio. Después de darnos un paseo por una inmensa playa y de que nuestra compañera Mara diera unas cuantas carreras, iniciamos el duro camino de regreso.

El accidente 

Y entramos en Rouen. Iba pendiente de atravesar la ciudad. De pronto bajo una rampa y oigo que Angel me grita: “¡el dirna!” e inmediatamente siento un tremendo golpe en la parte superior…



Me paro, me dicen que salga de túnel, me echo a un lado y comprobamos los destrozos: la claraboya se ha volatilizado y el enfriador dirna cuelga de los cables. ¡que destrozo!. Temblando me retiré del volante y condujimos hasta la primera area de servicio donde comprobamos los daños con detenimiento. Afortunadamente el techo no había sufrido, pero teniamos dos hermosos agujeros en el techo que cubrimos con bolsas de basura que pedimos a la señora de la limpieza. Por más que visualizaba lo que había ocurrido, una y otra vez no conseguía ver la señal del limitador de altura. Sencillamente no la vi. Angel confirmó que existía, que estaba a la derecha de la entrada, pero no estaba en la parte superior del túnel, ni había avisadores antes, como en otros muchos. Por tanto, ver o no ver la señal fue una cuestión de 1 segundo que transcurriría mientras miraba por donde ir. Muy mala suerte.

La avería

Continuamos nuestro camino hasta que cerca de las 19,00 horas nos aparece una señal roja de avería en el motor. No nos lo podíamos creer. Esto era ya demasiado. Consultamos el libro que nos dice que es una avería de la inyección y que lo llevemos a un taller. Salimos de la autopista buscando un sitio mejor donde poder estar y en la salida de Le Mans hicimos la que sería la primera llamada de una serie casi interminable durante las 44 horas en que tardaron en solucionarnos el problema.

Es importante decir que las gruas NO PUEDEN ENTRAR en las autopistas francesas por lo que hay que avisar a la autopista para que una grúa propia te saque de ella conectándote con la que el seguro disponga.. En nuestro caso estábamos en el pago del peaje, pero eso es también autopista. No obstante, el personal amablemente dijo que haría la “vista gorda” y que la grua podía recogernos allí.Pero cuando se lo dijimos al seguro nos comentó que era mejor alejarnos y salir por completo, como así hicimos. Dos horas después recibimos una llamada del conductor de la grua en francés, claro, preguntando por nuestra situación ya que él estaba en el primer sitio que habíamos descrito. Entenderse con él….gracias al francés del instituto de Angel que pese a los años transcurridos, aun conserva el suficiente como para conseguir decirle donde estábamos. Así a las 22h llegamos a la central de gruas y Allianz me sugiere llevar la autocaravana al centro de Le Mans para dormir en ella ya que podrían tardar 2 horas en encontrar un hotel para los 4…y el chucho (ya lo podrían haber buscado a las 19,00 h, cuando realizamos la primera llamada, ya que a las 18,00 los talleres están cerrados) Le contesté que nos quedábamos allí, así que entre coches averiados y chatarras, decidimos pasar la noche con dos agujeros en el tehco, esperando a que no lloviera.

En la mañana del 30 a las 8,30 estábamos en la fiat. Luego pensamos que llamar a la grua había sido un error, que podriamos haber llegado nosotros mismos, ahorrarnos 2 horas de espera y ser los primeros a la hora de abrir. Pero eso se piensa después.

El jefe de taller de la fiat nos dice, impasible, que tiene 3 mecánicos, muchos trabajo y que no puede verla hasta las 4 de la tarde. Le sugiero que a lo mejor la avería era poca cosa, o que si la mira ahora y necesita alguna pieza especial, ésta se puede pedirpara acortar los tiempos de espera. Me contesta friamente, que es posible, pero que hasta las 4 de tarde no me dice nada. Desesperada por su aparente insensibilidad, llamé una vez más a Allianz quien nos mandó un taxi (que llego 2 horas después) para acercarnos a la ciudad que estuvimos visitando, pero que pese a su belleza, no conseguiamos disfrutar, a parte de que en dos horas habíamos acabado con ella, así que fuimos dando tumbos de un sitio a otro hasta que a las 15,00 h nos recogió de nuevo el taxi que nos devolvió a la Fiat. Allí, sin apenas mirarnos, estuvimos esperando hasta que a las 16,35 la metieron en el ordenador y nos dieron las pasmosa noticia: avería del sistema eléctrico, que parecía compleja. Un fusible se había roto, pero cuando lo sustituian, tambien fundía. Este fusible, según ellos, controlaba 5 puntos y tenían que chequear uno a uno hasta encontrar el origen. Nos parecía incomprensible que un fusible de 0,50 euros pudiera provocar una avería así. Se supone que deben estar para evitarlas o hacerlas más fáciles de detectar, no para hacerlas mucho más complejas. Pero el cúmulo de mala suerte no se quedaba aquí: el mecánico electricista estaba de vacaciones hasta el lunes o martes, cuando regresara, tenía trabajo pendiente antes que lo nuestro, por lo que hablaba del miércoles o jueves. ¡una semana atrapados! ¡y yo tenía que trabajar el martes!. No me podía creer que esto estuviera ocurriendo, pero era realidad. Llamé a Allianz y me tocó el patoso que me respondió “Señora ¿y qué quiere que hagamos por vd.?” Luego habló algo de que regresáramos y que volvieramos a por la autocaravana a lo que le respondí sorprendida que estaba a 1300 km de casa y entonces dijo que la persona encargada de repatriaciones a larga distancia se pondría en contacto con nosotros.

A las 17,00 horas no habría nadie en Broker (la correduría de seguros) así que decidí llamar a Jorge, quien disfrutaba de sus vacaciones en Chamonix quien con su amabilidad característica y su profesionalidad me atendió y me dijo que me correspondía un hotel de 3-4 estrellas y la repatriación en el día o al siguiente en el mejor medio para nosotros, así como la repatriación de la autocaravana entre 5 y 7 después. Agradecida por sus consejos y la calidez de su atención volví a llamar a Allianz para que comenzara todo el proceso: taxi hasta hotel, pernocta, repatriación nuestra y luego de la autocaravana. Por supuesto, la primera tarea era el “abandono de la nave” como decía mi hijo mayor y había que sacar lo necesario. Pero ¿Dónde?. Se le ocurrió meter las cosas en las fundas de las sillas de paraguas de la camper. Así, con 4 fundas de sillas llenas como chorizos gigantes, dos bolsas pequeñas más (una, un regalo) y el perro, estábamos en la carretera esperando nuestro taxi al hotel. Ahora que miro atrás pienso que nuestro aspecto debería ser lamentable.

Toda la primera parte del proceso acabó a las 15 horas del día siguiente y en este periodo pudimos desesperarnos varias veces. Primero por la lentitud de todo, segundo porque Allianz no solía llamar y cuando lo hacía yo, la espera se hacía eterna. No obstante y en honor a la verdad, tengo que agradecer a varias personas, como Nadia, o Miriam (y siento no acordarme de al menos otra persona, varón, que nos atendio antes) sus gestiones y su profesionalidad. Miriam quizás se llevó la peor parte ya que a las 11 de la mañana del día siguiente seguia buscandonos un medio de transporte. Era ya 31 de julio, viernes. Fatídica fecha y fatídico día así que no encontraba ni billetes de avión, ni coche de alquiler, ni tren, ni siquiera en París. Habló de un opel corsa, pero que era pequeño y le dije que no me importaba nada. A los 20 minutos nos llamó para confirmar que un taxi nos llevaría hasta la puerta de casa. Dos conductores: uno hasta la frontera y otro después pero que les dejáramos descansar hasta la 13,30, a lo que no pusimos objeción alguna.

Pese a que la empresa del taxi llamó al hotel para confirmar las 13,30 o las 14,00 horas como hora de salida, a las 14,40 tuvimos que volver a llamar a Allianz porque no sabiamos nada. Sobre la marcha nos comunicaron que en 15 minutos estariamos en marcha, como así fue. Pero había “peros”. El conductor solo hablaba francés, no llevaba ningún mapa de España, solo las hojas de “viamichelín” con la ruta, no había salido nunca de Francia y, lo peor, él sería el único conductor hasta Madrid, descansando y/o durmiendo en el camino. Como eso no era lo pactado, y me asustaban tantos km con un solo conductor, decidí volver a llamar a Allianz pero los chicos me dijeron que si lo hacía, podríamos quedarnos todo el fin de semana allí. Así que me resigné y continuamos el viaje.

El regreso en...taxi

Con tan solo una parada de unos 30 minutos en un area de Francia, nos pusimos a las 3,30 de la mañana en Madrid. Y ahora escribimos el epílogo de la “repatriación”. Nosotros vivimos a 3 km del casco urbano de un pueblo cerca de Madrid. El hombre, a esas horas, no veia ni nada ni a nadie y supongo que se preguntaría que iba a ser de él. Como único equipaje le habían dado un sobre con dinero para la gasolina y los peajes y una pequeña mochila. Nada más. Cuando le preguntamos que iba a hacer, habló de hotel. Nosotros habíamos pensado o llevarle a la puerta de uno, pero la primera opción que le ofrecimos fue una cama en nuestra propia casa. Cuando le propusimos esto, se le abrió el cielo, así que a las 4 de la mañana estaba preparandole la habitación de mi hijo el mayor. Luego por la noche pensé que podría ser un psicópata y destriparnos a todos….Pero ¿qué hacer con él? ¿ y si se hacía un “cuatro” dentro del coche en cualquier rincón para emprender un regreso de 12 horas al día siguiente? Habíamos compartido más de 1200 km y 12 horas de viaje y por humanidad, creo que otra elección no nos habría hecho sentir bien.

A las 9 horas de la mañana siguiente se estaba preparando para el regreso. Le explicamos como salir de Madrid y suponemos que regresaría bien.

El epílogo

En cuanto a la autocaravana, durante el viaje de regreso recibimos un mensaje de Allianz en el que informaba de que llegaría al taller el viernes día 7. El lunes 3 de agosto haríamos varias llamadas para ir arreglando todo este “desaguisado”. El viaje no lo daré por concluido hasta que nuestra autocaravana esté reparada. Es parte del equipo de viaje.

A finales de agosto, exactamente el día 28, puedo decir que ha finalizado una parte de todo este epílogo. El día 6 de agosto llegó nuestro autocaravana a los talleres Ascauto. Sucia, con signos de no haber sido tratada con delicadeza y un arañazo que no tenía en el paragolpes delantero La avería de motor, tan supuestamente complicada en la Fiat de Le Mans, se localizó en poco tiempo aquí y en cuanto la pieza llegó, en una hora estaba arreglada. Al parecer era una avería extraña que no habían visto nunca. Me consolaba pensar en lo que decía Angel: ya nos ha tocado a nosotros, otro año ya no nos tocará. Y es que la posibilidad de averías existe pero raramente pensamos que nos pueden ocurrir a nosotros. En cuanto a los golpes, eso fue otra historia que duró otros 20 días más y es que el perito, demostrando su total ignorancia, afirmaba que los golpes de chapa laterales producidos por el enfriador al caer y quedar colgando de las tuberías, no eran del mismo siniestro. Llamada a Broker-segur, envío de un informe sobre lo que es un enfriador, cómo funciona y cómo se produjeron los golpes en la chapa. De aquí los contactos se realizaron ya directamente con la persona encargada de siniestros de Allianz.. Desde estas líneas deseo agradecerla su atención y gestiones que culminaron con el envío de un segundo perito quien fue ya con las fotos que el envié con los restos del enfriador y el informe que en su día mandé a Broker dando visto bueno para su reparación. Esto ocurrió el día 26 de agosto. Ahora hemos de abonar el importe de la avería, el de los golpes del dirna, ya que no ascienden a los 600 euros de franquicia y que nos serán descontados luego, y los del arañazo del paragolpes, ya que de no ser así, tendriamos que esperar a que se resolviera la reclamación para luego llevarla. Si lo adelantamos nosotros, luego nos devolverán también su importe.

En cuanto al enfriador, también tuvo su historia, y es que este pequeño golpe parecía haber desencadenado un cúmulo de circunstancias que por una u otra razón iban complicando su reparación. Cuando el perito la ve el día 29 de septiembre, dice que el enfriador no lo tenemos asegurado. Me quedo petrificada y llamo de nuevo a Broker quien, a las 19 horas de ese mismo día me explica que aunque ellos habían solicitado la ampliación de la póliza para incluir el enfriador, Allianz no lo había tramitado, por lo que procedían ahora paralizando momentáneamente la reparación. Realmente lo retrasó 1 día. Pero además había algo: me dijeron que lo había asegurado por 1.000 euros, cuando me costó 1.300 y ahora el importe de la reparación ascendía a casi 1.400 euros, por lo que todo lo que pasara de esos 1.000 euros asegurados correrían a cuenta de mi bolsillo.

No obstante, la casa Dirna invirtió menos horas de las que pensaba, ya que había parte de la instalación hecha, con lo que la factura se redujo a 1.100 euros. El día 6 de octubre recogimos la autocaravana y aparentemente todo está correcto. Pero esto lo dirá el tiempo.

Ahora, con nuestra autocaravana en casa, parece haber terminado un capítulo de ella que ha durado nada más y nada menos que más de 2 meses, pero como dijo mi marido: ni hemos estado ni estamos en ningún hospital. No ha pasado nada grave y el verano que viene, comenzaremos a escribir otro nuevo, y sin los chicos o sin uno de ellos, será muy diferente. Lo importante es escribirlo y vosotros podais leerlo.

Pero no deseo acabar aquí. Quisiera añadir que pese a todo lo ocurrido, hemos disfrutado de un país que me ha sorprendido, no solo por sus paisajes y la “sencillez” de su belleza, sino por sus gentes, su carácter, su proximidad, su calidez…Pese a la distancia y a la gran barrera que supone cruzar el mar, es un viaje totalmente recomendable, pero aquí vuelvo a la cita con la que comencé el relato del viaje:

Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

Este fue el último gran viaje que nuestra pequeña y fiel compañera Mara hizo con nosotros. En la mañana del 13 de diciembre de 2009 su pequeño gran corazón se paró con tan solo 6 años de los que la disfrutamos 4. Inició sola su último y definitivo viaje.

Corrió por las playas croatas e irlandesas, contempló hermosas cumbres austriacas, recorrió profundas gargantas eslovenas, admiró junto con nosotros el sol de media noche y paseamos juntos por hermosos rincones disfrutando en soledad de su compañía. Compañera de viaje perfecta. Hemos compartido tantas y tantas cosas con ella....

Nunca algo tan pequeño consiguió ocupar tanto espacio en nuestros corazones y dejar tan enorme vacío.

Mara, siempre estarás con nosotros.



(Y con esto....me planteé la existencia del leprechaun,  ese travieso duende verde que habita en Irlanda y que, entre otras cosas, cuando es descubiertos por humanos, idean todo tipo de argucias para distraerlo. Solo que aquí, no era consciente de haber descubierto ninguno.....¿o sí?)

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