LA IDA. "TOMANDO TIERRA"

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El viaje de Ida
Hacia las 13 horas del día 7 de julio, martes, dejamos atrás Madrid hasta llegar a St. Paul de Dax 8 horas después, al area situada junto al cementerio, unas 8 horas después de iniciar nuestro viaje. El área dispone de agua y la disfrutamos en total soledad. Pero ésta está situada junto a algún centro municipal, por lo que en días laborales y desde las 5,30 hasta las 7 están entrando vehículos particulares y saliendo los municipales, lo que puede dificultar considerablemente el descanso. El mío fue interrumpido durante esas horas aunque conseguí retomarlo de 7 a 8,30.

A las 8,15 del día 8, miércoles, partimos hacia Calais. El día se presenta duro ya que tenemos por delante 1014 km que pretendemos cubrir en el día para dormir allí y poder tomar el ferry hacia Dover el día siguiente a las 9,20 de la mañana. La lluvia nos acompaña a ratos, jugando con el sol, pero es en Calais donde arrecia recibiéndonos con un manto oscuro y bajo una fuerte lluvia. Llegamos al aparcamiento del puerto siguiendo el Tomtom. Allí, varias autocaravanas, caravanas y turismos, permanecían en espera y nos unimos a ellos. El sueño durante la noche fue discontinuo: 2,30, 4,30, 5,30 y a las 6 casi levanto a todos pensando que ya eran las 7. Conseguí dormir un poco más hasta poco antes de las 7 y esta vez sí que toqué diana. Y llego la temida 2ª fase del viaje, la que me había causado mayores problemas y que ha merecido un punto aparte bajo el epígrafe “viajar con perros” en “datos de interés” para que pueda servir de guía a todos aquellos que deseen llevar, como nosotros, a sus perros.

Aunque no teníamos que estar hasta una hora antes de la hora de embarque (8,20 por tanto) del día 9 de julio, jueves, a las 7,40 estábamos en la cola. Primero nos miraron detenidamente uno por uno todos los documentos de identidad. Luego, en la siguiente garita, de nuevo remiran nuestra documentación y el billete, y aquí nos piden el pasaporte de Mara. Hoja a hoja, lectura detenida, comprobaciones en el ordenador…por fin parece acabar y nos da el lector del microchip para que se lo pasemos. Y afortunadamente “¡pita!”. Todo correcto. Pegatina para el parabrisas que informa de que llevamos un perro y como premio, embarcamos una hora antes, así que a las 8,30 partimos dejando atrás Calais en un día que fue abriendo hasta conseguirlo en torno a las 10,00 sobre los blancos acantilados de Dover.
El desembarco, como siempre, rápido y a las 9;00, hora insular británica, nos pusimos rumbo a Holyhead de la que nos separaban unos 600 km de autopistas con tráfico muy denso y casi 100 km de circunvalación de Londres. Pero dejada la capital atrás, la densidad no bajó. Mis recuerdos de 6 años atrás no incluían éste: o hay muchos coches o las autovías son insuficientes, y ninguna gasolinera, hasta que ya en la denominada autovía del norte encontramos una donde además de llenar el depósito de gas-oil (más caro que en Francia), también pudimos llenar el de agua. Eso sí, de pan “normal”, ni rastro.

Abandonamos la autovía cerca de Chester creyendo que acortábamos, y lo hicimos en distancia, pero no en tiempo, aunque pudimos disfrutar de unas bonitas vistas de la campiña inglesa en un precioso día soleado. Si bien el paisaje era bucólico, todo verde, enormes prados, pueblos con casitas de ladrillo de cuentecillo de hadas, jardines alrededor de éstas poblados de flores y árboles…, se hizo pesado por la cantidad de tráfico. En un pueblo perdido conseguimos pan…de molde, llamamos para comprobar el estado de salud de nuestro amigo José Luis, comimos e intentamos descansar un poco, aunque el paso de coches era continuo.

Seguimos hasta tomar de nuevo la autovía en Chester. Ya cerca de nuestro destino, unas obras nos hacen perdernos y nos obligan a ir por carreteras del interior. Intentamos de nuevo recuperar la autovía, pero de nuevo las señales nos confunden y como el tráfico estaba “diverted” por obras, el tomtom no era de ayuda. Esto a mi no me “divertía” y cuando estaba diciendo esto Angel soltó una sonora carcajada al ver una curiosa coincidencia en una señal: “diversion end”.
Sin mayores problemas llegamos al puerto. La oficina de Irish ferries estaba cerrada hasta las 19,00 así que aprovechamos el tiempo en un Lidl cercano. Llegada la hora, nos dicen en la oficina de la compañía que hemos de estar una hora antes de la salida para embarcar o que también podríamos viajar a las 2 o 5 de la mañana, opciones ambas que rechacé de nuevo ya que suponía perder una noche de sueño que luego tardaríamos en recuperar. Llevamos ya más de 2.000 km en 2,5 días, más que suficiente, y nos quedaba el “grueso” del viaje.

Aunque en el Lidl encontramos un sitio donde poder pasar la noche, decidimos ir a un lugar que proponían en un foro inglés de autocaravanas en las coordenadas 53º19’00”; -4º38’32”. Por encima del puerto, con vistas a éste y un espléndido campo de verde al lado donde Mara pudo correr resarciéndose de casi 3 días de pesado viaje sin decir absolutamente nada. El lugar era casi perfecto. El sol, además de bañarlo todo, lo iluminaba y dotaba de alegría.

El viernes 10 de julio, tras una deliciosa y tranquila noche, la mañana aparece espléndida. A las 8,00 –hora inglesa-, decidimos movernos con tranquilidad. A las 10,20 salimos hacia el puerto. Nos despide una autocaravana inglesa que nos acompañó durante la noche. Al llegar al puerto, nos indican el muelle y nos avisan del cierre del gas pasando a la cola de embarque que nos indican. El barco es una especie de catamarán gigante. Parece un edificio o una especie de nave espacial con la cabina arriba. No tengo espacio para poder fotografiarla.

A las 11,30 comienza el embarque y nuestra cola, la de los vehículos grandes, es la última. Dentro observamos un garaje de dos pisos en los laterales y vemos como las cuatro ruedas de cada vehículo son atadas con cinchas.

En el interior del ferry hay dos pisos: abajo, mesas y cómodos silloncitos muy bien dispuestos con un pequeño cine con pantalla. Arriba, un restaurante/cafetería con sillones más cómodos y una pequeña cubierta exterior. Nada más salir el barco toma gran velocidad y en tan solo dos horas estamos en Dublín.
TOMAMOS TIERRA.




Sobre la marcha decidimos cambiar de planes e ir primero a ver los jardines de Powescourt y a Glendalough a dormir.

Powescourt

El día en Dublín es gris y salimos de la ciudad sin problema alguno. Casas bajas con jardines y mucho espacio abierto. En tan solo media hora estamos en Powescourt cuya entrada nos cuesta 30 € para todos, que tenemos que pagar religiosamente ya que no hemos podido comprar la Irish Heritage card.

La mansión, del XVIII, sufrió un incendio en 1974 que destruyó su interior. Los jardines, concluidos a del finales XIX, están divididos en varios. Con un césped impecable que parece un manto de terciopelo verde perfectamente recortado, sin una mala hierba, son de una belleza exquisita y relajante. Descendemos en línea recta dejando a ambos lados los jardines italianos donde el color rompe la monotonía de esta “perfección verde”, hasta el lago del tritón, un bonito estanque cubierto de nenúfares.

Después nos dirigimos hacia el jardín japonés. Nunca había visto uno y me sorprende su gusto, la exquisita disposición de plantas combinadas entre sí y con otros ornamentos, jugando con los distintos tonos de verde y otros colores pintando todo el conjunto un paisaje armonioso y de gran belleza. Damos la vuelta y nos dirigimos al curioso cementerio de mascotas donde podemos leer algunas de sus lápidas, muy emotivas unas, dedicadas a perros, caballos, ponis e incluso vacas. Terminamos nuestra visita en una hermosa rosaleda tras pasear por extensiones pobladas de árboles y arbustos e incluso un rincón con un pequeño torreón medieval rodeado de vegetación. Una fina lluvia nos acompañó intermitentemente
durante nuestro recorrido.



Glendalought


A las 17,30, 2 horas después, ponemos rumbo a Glendalough.Localizamos el centro de visitantes y seguimos hasta el aparcamiento “uper lake” donde responden negativamente a nuestra solicitud de pasar la noche allí. Esto nos obliga a descender al aparcamiento anterior. El centro estaba cerrado y no había ninguna señal de prohibición de “overnight”, pero si unas vallas que vimos sujetas con candados y que parecían no haberse cerrado en mucho tiempo. Así que decidimos quedarnos la noche allí. En el peor de los casos a las 9,30 abrirían el centro. El sitio es una preciosidad, pero suponemos que por la noche la oscuridad será total. Buscamos un lugar discreto y nos fuimos a dar un paseo a la “ciudad monástica” .Un pequeño camino asfaltado nos dirige a lo que queda de este conjunto monacal del siglo VI creado por San Kevin y que continuo hasta el XVI. La mayoría de los edificios son del VIII y XII y soportaron varios ataques vikingos, pero el saqueo se sufrió en 1398 por parte de los ingleses
El conjunto compuesto principalmente por la cocina de St. Kevin (oratorio del siglo XI), la torre redonda de 33 metros de altura y la catedral está situado en un espectacular bosque de hayas, avellanos y enormes helechos, entre otras especies vegetales que contrastan con la piedra gris, casi negra de estas construcciones rodeadas de lápidas que se yerguen, unas rectas y otras torcidas, a un lado, o hacia otro, en un curioso equilibrio mantenido durante siglos. Una fina lluvia y la bruma, dotan a este lugar de una belleza única y especial. Nuestro primer contacto con esta isla ha conseguido impresionarnos positivamente, pero, aunque esta lluvia intermitente, da un encanto especial al paisaje, deseo que no nos acompañe muchos días. Los midgies nos comen si les dejamos y la luz dura hasta aproximadamente las 23 horas. A partir de las 4 ya se puede disfrutar de
claridad. Muy poca noche por estas latitudes.


La noche del 10 al 11 de julio transcurre silenciosa y tranquila. Me despierto pronto, a las 6,30. Estamos solos. El día se presenta mejor que ayer, incluso parece que abrirá. Dejamos el centro de interpretación y nos acercamos al “upper lake” que a estas horas goza de una maravillosa tranquilidad. El agua refleja todo como si se tratara de un espejo y la soledad es absoluta. Así, disfrutamos de un corto paseo en solitario disfrutando de la paz y el frescor de la mañana dejando el lago a nuestra izquierda. En la otra orilla nos acercamos a ver algunos restos de una iglesia, pero sobre todo contemplamos esta belleza verde con su infinita gama de tonos. Nos resistimos a dejar este hermoso lugar para adentrarnos en la capital hacia la que partimos alrededor de las 10,30. En nuestro camino nos cruzamos casi con una docena de autocares que supusimos que descargarían su interior en este hermoso parque.

Dublín

Llegamos al camping Camac Valley sin ninguna dificultad gracias de nuevo al Tomtom. La verdad, tengo que rendirme a la técnica y reconocer que nos ahorra tiempo, neuronas y descargas innecesarias de adrenalina. El camping está junto a la M-50, sencillo, limpio, tranquilo y con poca gente. Un autobús que pasa más o menos cada hora, y que tiene parada en la puerta, nos deja por 2,10 € cada uno, unos 40 minutos después en pleno centro de Dublín, cerca del Trinity College.

Lo primero que hacemos es buscar la oficina de turismo para comprar la Irish heritage card. 58 €, 2 adultos y 2 estudiantes. A lo largo de nuestro recorrido la sacaríamos partido y el ahorro fue considerable.

Las calles de la ciudad aparecen llenas de gente joven que transitan por ellas formando auténticos ríos. Me sorprende esta ciudad que parece llena de vida y animación.

Del Trinity college, el más antiguo e importante de Irlanda que data del siglo XVI, me gusta la amplitud de espacios y la elegancia de todo el conjunto. El libro de Kells, manuscrito de los evangelios del nuevo testamento con notas explicativas e ilustraciones y miniaturas coloreadas, realizado por monjes celtas hacia el año 800, es de una gran belleza y muchos especialistas lo consideran como una importante muestra del arte religioso medieval. Se guarda en el interior de la biblioteca pero mi opinión personal es que no creo que justifique los 18 € que vale la entrada. Tiene todo un montaje alrededor de él, que es una joya, y muy hermoso, pero a mi juicio, no es para tanto. No obstante, hay que verlo.

Lo que sí me sorprendió y gustó fue la “long room” la sala principal de la antigua biblioteca del siglo XVIII con cerca de 200.000 ejemplares. Ha sufrido algunas modificaciones para aumentar su tamaño Lo primero que captan nuestros sentidos es el olor a madera y papel, y luego la vista se extiende a través de la gran amplitud de la sala de 65 m de largo, que sorprende por sus dimensiones, cuajada de libros hasta arriba, como lo que realmente es, un santuario del saber. Todos circulamos en silencio contemplando este mágico lugar. Conserva el arpa más antigua de Irlanda del XV.

Por la hora, decidimos dirigirnos a la Chrisch Church, aunque pasamos antes por el castillo que tiene todas las entradas vendidas excepto la última, a las 16,45, visita guiada en inglés. Quedan 45 minutos y regresamos a la Chrish Church que estaba cerrada ya. Grupos de adolescentes españoles pululan por todos los sitios. Pensé en lo que cuesta a sus padres enviarlos aquí para que aprendan inglés, y aquí están, en hermosos grupos hablando un perfecto castellano entre ellos. Ningún irlandés con ellos, lo cual, a su edad, es totalmente normal.

Empieza a llover, primero es una lluvia fina pero alguna vez se torna más fuerte. De vuelta al castillo, iniciamos su visita, que si bien es necesaria, resulta más bien “vulgar” y aburrida ya que mi nivel de inglés no permite seguir a un guía al que parece que han dado cuerda. Mis hijos, con un nivel alto, dicen que les cuesta, aunque Raul confiesa que al final se ha “hecho” a su acento y le entiende bien. Del siglo XII en lo que fue un asentamiento vikingo, a lo largo de los años ha servicio de fortaleza, prisión, tesoro, tribunal de justicia y sede de la Administración inglesa en Irlanda durante 700 años. Ha sufrido también varias reconstrucciones a lo largo de los siglos y actualmente se celebran en él importancias recepciones de Estado.

Salimos del castillo hacia Grafton St, calle que conecta el Trinity College con el parque de St. Stephen’s Green. Y sigue lloviendo. Las calles siguen llenas de gente bulliciosa que va y viene. Se parece mucho a España….si no fuera por esta persistente lluvia. La hora de vuelta del autobús (18,45) se acerca, así es que regresamos a la parada situada muy cerca del Ha’penny Bridge, construido a principios del XIX denominado así por que antiguamente había que pagar para poderlo cruzar y que podemos contemplar mientras esperamos. El autobús llega puntualmente y a las 19,30 estamos de nuevo en el camping.

Angel y yo decidimos compartir la ducha que cuesta 1,50 € y que dicen que dura 8 minutos. Pensamos que nos sobrará tiempo para los dos, pero después de tomarla dudamos de que sean realmente 8 minutos. Nos duchamos tranquilos pero no nos sobra tiempo. A la lluvia se suma ahora viento. Hace mal tiempo, parece casi invierno. Cenamos y contemplamos a nuestro vecino el conejo “blacky” que come hierba descaradamente.


A las 6,30 del domingo día 12 estoy ya despierta y un espléndido sol ilumina la cabina. A las 8 nos levantamos y al salir compruebo decepcionada que el cielo se está cubriendo de nubes. Nos preparamos para tomar el autobús turístico que pasa a las 9,30 por el camping. El recorrido completo cuesta 15 € por persona pero tiene la opción de ”one way” y dado que el primer autobús municipal de línea pasa a las 11 de la mañana, lo que nos resulta bastante tarde, nos decidimos por esta opción. Y en nuestra espera aparece la lluvia.

El autobús nos lleva de “paseo” hasta Parnell Square y O’connell Str, la calle más larga de la capital, donde podemos contemplar algunas de las puertas de casas georgianas de vivos colores tan características de esta ciudad. Y disfrutando de un sol precioso bajamos hacia el río y al centro histórico para adentrarnos en Temple bar, calle paralela al río y que da nombre a uno de los barrios de moda de la ciudad. Zona bulliciosa y desbordante de vida y color donde los pubs se suceden respirándose un ambiente distinto al resto de la ciudad. La leyenda urbana dice que el barrio toma el nombre del pub homónimo, aunque el origen parece estar en la prohibición de acceso a los judíos.

De aquí vamos a St. Patrick donde esperamos 15 minutos a que terminen los oficios para visitarla. No tiene nada de especial que mencionar: elegante, sobria y algo “gris”. Del siglo XII al XIII, es la más grande de Irlanda y al parecer San Patricio bautizó aquí a muchos que se convertían. Nos llama la atención dos losas sepulcrales celtas en su interior

De aquí, a la Chrish Church que nos gusta más que la catedral. Es la más antigua de Dublín, del XI. Destacan los suelos, de la época medieval, y durante nuestra visita disfrutamos de la deliciosa música de órgano que llenaba cada rincón de esta iglesia. Bajamos a la cripta (la mayor de Gran Bretaña e Irlanda) donde como curiosidad tienen una pareja de un gato y un ratón que se quedaron enganchados entre los tubos del órgano y están momificados. Y a la hora que era, las 13,15, ya no nos daba tiempo a coger el autobús de regreso al camping, así que después de tomarnos unos bocadillos a la sombra de un enorme plátano, emprendimos un paseo en dirección a la oficina de turismo para que nos hicieran las reservas de Newgrange para el día siguiente. No deja de sorprendernos que en una capital como Dublín, y en la oficina de turismo no haya nadie que hable castellano, o al menos quiera, ya que una compañera preguntó a la otra si quería hablar castellano con nosotros y la otra respondió tranquilamente que no. En Newgrange dicen que no es necesario reservar, pero sí estar a las 9,00 de la mañana. El número de visitantes al día está limitado

Al salir la lluvia hace acto de presencia, pero nada más abrir el paraguas, desaparece. Nos sobra una hora, así que tomamos Grafton Str que hoy seguia cuajada de gente, pero además sembrada de espectáculos callejeros diversos que iban entreteniendo nuestro paseo: músicos, mismos, malabaristas… Al final llegamos al parque de St. Stephens Green, situado en pleno centro de Dublín. Durante mucho tiempo fue utilizado como vertedero hasta que en el XVII se rodeo con una verja y posteriormente, después de aparecer viviendas alrededor, se transformó en un jardín.El verdor de la hierba está salpicado del colorido de los grupos de gente que comían, charlaban, reían o sencillamente descansaban disfrutando de este sol dominical que jugaba con las nubes. Es curioso encontrar un parque de este tamaño en pleno centro de esta bulliciosa capital Pero el tiempo limita el paseo y unicamente pudimos bordear el lago de la entrada. Emprendemos nuestro regreso al autobús y comenzó a diluviar, diluvio que nos acompañó hasta el camping y esta vez batimos el record: en tan solo 30 minutos estábamos de regreso. Cargamos y descargamos agua, preparándonos ya para días sin camping y a las
16,30 lo dejamos atrás para dirigirnos a Newgrange.

Monasterboice

Salimos de Dublín sin problemas y a las 17,30 estábamos ya cerca de nuestro destino, por lo que decidimos acercarnos primero a Monasterboice, antiguo centro monástico donde además figuraba un posible sitio de pernocta. Pero una vez allí, un hermoso gálibo nos cerraba la entrada al aparcamiento, viéndonos obligados a dejar la autocaravana en un hueco a la entrada donde no hubo problemas porque estaba ya cerrado. El recinto tiene su origen en el siglo V .El sitio tiene las ruinas de dos iglesias y una torre circular ,pero lo mejor son dos cruces celtas absolutamente espectaculares, de 5,5 y 6,5 m de altura respectivamente. Del siglo X son las mejores de Irlanda. Impresionantes por su tamaño, su belleza, el estado de conservación y el entorno. En realidad es un cementerio donde destacan estas cruces celtas y una torre redonda de 30 metros de altura.

Newgrange

Dejamos atrás este espectacular lugar par dirigirnos a Newgrange donde el aparcamiento estaba ya cerrado por lo que nos instalamos en el pueblo anterior, donde en un pequeño aparcamiento junto a una iglesia y el cementerio. Antes, en Drogheda, habiamos localizado un hermoso aparcamiento alrededor de la iglesia, pero este lugar estaba mucho más cerca para estar a las 9 de la mañana en Newgrange. La lluvia apareció de nuevo y el cementerio resultó muy visitado hasta que cayó la noche.

El 13, lunes, amanece espléndido. Ni una sola nube en el cielo. Me sorprendo tanto que salto de la cama a las 7,45 y se lo cuento a todos. Recibo una regañina de los chicos que dicen que quieren dormir hasta las 8. Raul se queja de que le duele todo porque no ha dormido nada. Les cuesta desperezarse. A las 8,45 salimos hacia Newgrange (Brú na Bóine) a donde llegamos 5 minutos antes de la 9. Me enfado por llegar con la hora “pegada”. Abren puntualmente. Aquí tampoco hablan español y nos pillan a todos dormidos cuando nos cuentan que a las 9,40 nos ha de recoger un autobús que parte hacia Knowth al final de un camino que cruza un puente sobre el río y que luego regresamos para tomar otro a las 11,15 que nos lleva a Newgrange porque hemos elegido visitar ambos sitios, aunque no explican nada si no lo preguntas. Si lo haces, al menos te enseñan fotos así que teniendo claro lo que queríamos elegimos “both of them”. Con la heritage card la visita fue gratuita (28€). Mientras esperábamos, visitamos la exposición que hay dentro y puntualmente tomamos un autobús que llevaba 24 turistas todos con una pegatina roja y otra verde donde figuraban las horas.

En Knowth nos recibe una guía que nos acerca a los túmulos tapizados todos de hierba. Hay uno central enorme y otros 17 más pequeños alrededor. Construido en la misma época de Newgrange sobrepasa en tamaño e importancia arqueológica a éste. Está rodeado de unas 300 losas grabadas, que constituyen el patrimonio artístico más importante del Neolítico en Europa occidental. Nos cuenta como ha evolucionado este lugar y sus diferentes usos desde que fue construido a lo largo de la historia. Desde fuerte circular en el siglo VIII y IX hasta construir encima un castillo normando en el XII. Nos introducimos un poco en el interior del más grande donde podemos observar un corredor de 34 m que conducía a la cámara central. Al parecer con posterioridad encontraron otro de 40 m que conducía a otra cámara. Para terminar la visita nos deja vagar entre los túmulos y subir a la parte superior del mayor desde donde se tiene una excelente vista y se puede contemplar Newgrange y el río. Su acento es estupendo para nosotros y la entendemos bien. El problema es que me canso y no consigo prestar atención mucho tiempo seguido, me exige mucho esfuerzo, por lo que desconecto y luego intento conectar de nuevo. Así, me voy enterando de lo principal. Pero los chicos lo comprenden todo y David nos traduce de vez en cuando. Estupendo ejercicio para ellos.



Puntualmente llega nuestro autobús que nos devuelve al centro de visitantes y de allí, tomamos otro hacia Newgrange. Si en Knowth impresiona el conjunto de túmulos que emergen redondos como gigantescos bombines sobre el verde tapiz, aquí impresiona la enorme piedra de la entrada, la Threshold stone, grabada con formas espirales que creen que representan las tumbas que hay, pero sobre todo su interior es sobrecogedor. Data del 3.300 al 2.900 A.C. Esto la hace 500 años más antigua que la Gran Pirámide de Giza de Egipto, y 1.000 más que Stonehenge. A través de un corredor de 19 m de largo y 1,5 de alto, accedemos al interior de este “montículo” que se adentra hasta un tercio del diámetro y lleva a una cámara sepulcral en forma de cruz. Esta cámara funeraria de 5 x 6,5m tiene un techo en voladizo que se eleva abruptamente hasta una altura de unos 6 metros. La bóveda ha permanecido casi intacta durante más de 5.000 años. Parece ser que fue usado como tumba y que el sol formaba una parte importante de las creencias religiosas de quienes lo construyeron
Cuando todos estamos en la reducida cámara central, la guía nos separó en dos grupos y apagaron las luces. La oscuridad se hizo total y la guía cuenta prácticamente en un susurro que así era el invierno hace 2.500 años. Poco a poco, simulando el solsticio de invierno, un rayo de sol recorre el corredor hasta la cámara en la que nos encontramos. El momento es absolutamente mágico e indescriptible.

Al salir comienza una fuerte lluvia por lo que emprendemos una carrera hacia el autobús. David comenta que está harto de tanto agua. Todos los días llueve, poco, mucho, a ratos, más tiempo…aquí se riega todos los días sin excepción.

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Por Irlanda del Norte


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